Franziskaner Weissbier |
Decidí invitar a cenar a mi compañero de piso Benjamin, uno de los dos alemanes. Un tipo afable. Alto, gordote, con el pelo largo. No sé, yo a veces le veo y me dan ganas de darle un abrazo o de invitarle a unas cañas.
Mientras estábamos preparando la comida irrumpió en casa mi otro compañero de piso, el Ruso. No tendría más particular esta historia si no fuera porque vino con una chica, rubia, de piel blanca... vamos, parecía rusa. Pensé que podía haber venido de visita su novia desde Rusia. En eso se quedó el tema.
Mientras cocinábamos pusimos el portátil en la mesa de la cocina y bebíamos cerveza al ritmo de Rammstein.
Cantábamos a grito pelado... Todos juntos. El Ruso (lo voy a llamar "Ruso" para respetar su privacidad) también se unió a nosotros para cocinar, preparó algo para ellos dos. La chica entró en la cocina y le estuvo ayudando. Cuando terminaron, se fueron los dos para su habitación y no volvimos a saber nada de ellos.
Esta es una de las canciones que estuvimos cantando mientras preparábamos la cena. Muy apropiada. Os la dejo con subtítulos en castellano.
Nosotros por nuestra parte cenamos, recogimos y no había muchas ganas de fiesta, así que nos recogimos pronto. Yo por mi parte había terminado de trabajar en la feria y estaba bastante cansado...
Al día siguiente, por la mañana es cuando viene el punto cumbre de la historia. El Ruso (a este paso, de tanto llamarlo así, va a parecer que es algún capo de la mafia...) irrumpe en mi cuarto con la excusa de usar mi báscula para pesarse. Es entonces cuando tiene lugar esta conversación. La pongo ya traducida por razones obvias...
El Ruso: - La chica de ayer... No era mi novia.
Yo: - No pasa nada. No tienes por qué dar explicaciones.
R: -Tampoco era una puta.
Y: - Vale...
R: - Sólo era una chica fácil. Ya sabes que no puedo ver a mi novia desde hace mucho tiempo y que es muy difícil estar tanto tiempo solo.
Y: - Insisto, no tienes por qué dar explicaciones. Aquí cada uno puede hacer lo que quiera.
R: - ¿Y tú no has hecho todavía nada?
Y: - No, además mañana me voy a España a ver a mi novia.
***
Según avanzaba la conversación mi grado de incredulidad iba incrementando. No daba crédito. No es que me escandalizase, pero me parecía muy fuerte que esto estuviera pasando en mi casa y que esa fuese la primera conversación que tuviese con alguien un domingo por la mañana.
En fin, a partir de entonces, se han dado varios sucesos un tanto extraordinarios que os iré relatando en próximas entregas.
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